Galiza à deriva
Galicia a la deriva
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El PP está perdiendo prácticamente todas las ciudades gallegas que, curiosamente, concentran la mayoría de gallegos hispanohablantes. Es evidente que los que pertenecemos a este menospreciado colectivo no tenemos partido político que nos defienda y al que votar. Nuestra soledad cívica es absoluta. El PP, con la Ley de Normalización Lingüística de 1983, trazó la autopista por la que ahora avanzan -¡y le adelantan!- el PSOE y el BNG.
Paradójicamente los populares siguen teniendo mayor representación en las zonas rurales que concentran el mayor número de galegofalantes. Lo lógico sería que el rural fuese el feudo del BNG, pero los que hablan gallego "de seu" -no la neolengua inventada por Antón Santamarina y el Instituto da Lingua Galega-, votan mayoritariamente a los populares y no parecen tener la menor afinidad con los nacionalistas a quienes ven como unos señoritos de ciudad que predican en un gallego que les resulta cuando menos cursi. Quizás prevén -o temen- para sus hijos un futuro de emigración en el que el idioma gallego no les servirá de mucho.
En las ciudades, aunque la administración y ciertas entidades bancarias y empresas subvencionadas tratan de imponer el gallego con ejemplar machaconería, los ciudadanos de la calle pensamos, hablamos y escribimos en nuestra lengua propia: el español o castellano. Es nuestra lengua materna, la que hablamos en la familia, con los amigos y en el trabajo. Eso no implica que algunos no hablemos en gallego con quienes lo hablan "de seu", con naturalidad y sin ideología adosada.
Sería el PP el partido que por lógica debería tener en cuenta este hecho, pero no. Siguen en sus trece, yendo de nacional-galleguistas y cosechando fracasos. De momento se han quedado sin el voto urbano, en el futuro se quedarán también sin el voto rural.
Y si no, al tiempo.
Paradójicamente los populares siguen teniendo mayor representación en las zonas rurales que concentran el mayor número de galegofalantes. Lo lógico sería que el rural fuese el feudo del BNG, pero los que hablan gallego "de seu" -no la neolengua inventada por Antón Santamarina y el Instituto da Lingua Galega-, votan mayoritariamente a los populares y no parecen tener la menor afinidad con los nacionalistas a quienes ven como unos señoritos de ciudad que predican en un gallego que les resulta cuando menos cursi. Quizás prevén -o temen- para sus hijos un futuro de emigración en el que el idioma gallego no les servirá de mucho.
En las ciudades, aunque la administración y ciertas entidades bancarias y empresas subvencionadas tratan de imponer el gallego con ejemplar machaconería, los ciudadanos de la calle pensamos, hablamos y escribimos en nuestra lengua propia: el español o castellano. Es nuestra lengua materna, la que hablamos en la familia, con los amigos y en el trabajo. Eso no implica que algunos no hablemos en gallego con quienes lo hablan "de seu", con naturalidad y sin ideología adosada.
Sería el PP el partido que por lógica debería tener en cuenta este hecho, pero no. Siguen en sus trece, yendo de nacional-galleguistas y cosechando fracasos. De momento se han quedado sin el voto urbano, en el futuro se quedarán también sin el voto rural.
Y si no, al tiempo.
Xoán Xulio Alfaya
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